viernes, 7 de enero de 2011

Leyenda urbana

Hoy en día no está del todo mal visto que la gente tenga romances con muchas personas en un periodo corto de tiempo. Pero a veces topas con alguien que te llena y lo quieres, tanto por sus defectos como por sus virtudes. El problema llega cuando uno de esos defectos es ser celoso. Como fue el caso de Lucía.
A Lucía le gustaba mucho salir por ahí con sus amigas y amigos, arreglarse, maquillarse, ponerse guapa, como muchas chicas de su edad con veinte años. Le gustaba salir, bailar y pasarlo bien. Era una chica guapa y por lo tanto se le acercaban muchos chicos con los que a veces tenía algo y a veces no, pero no tenía ningún compromiso con ninguno. A Lucía le gustaba mucho cantar, y cantaba en un grupo. Muchos fin de semana se dedicaban a tocar y cantar en locales y bares famosos.
Un sábado se les había propuesto tocar en el mejor bar del pueblo. Lucía estaba nerviosa porque allí la verían cantar casi todo el pueblo, pero la verdad que fue bastante bien. Todo el mundo la dijo lo buena cantante que era. Ella también había disfrutado mucho ya que cantó su canción favorita. La cantaba con mucho sentimiento.
Un chico en el bar se la acercó para felicitarla, el caso es que fue un flechazo, se enamoraron desde ese mismo instante. Comenzaron a quedar y cada día se querían más. Empezaron una relación bonita y ambos dos estaban muy felices. Compartían grandes momentos juntos.
Vivían los dos en el mismo pueblo, pero como siempre ocurren en los pueblos, todo el mundo se conoce y todo el mundo comenta, habla y rumorea.
El problema llegó cuando los rumores llegaron a oídos del amado de Lucía. Este amado, Javier, al principio no pensó en los rumores, pero él es muy celoso, y tenía miedo que Lucía le hubiese sido infiel. Llegó el momento en el que los celos le superaban y decidió prohibir a Lucía volver a cantar en el grupo y a salir de casa.
Lucía estaba tan enamorada de él, que acepto pensando que lo hacia porque realmente la quería, y ella estaba tan enamorada de él que se nublaba y no veía mas allá de su amor.
Hasta que no aguanto más estar encerrada, necesitaba salir y por fin un día se armó de valor y salió. Con tan mala suerte que salió a una discoteca en la cual se encontraba el amado.
Sin controlarse, Javier sintió tanta rabia al verla que a la mañana siguiente la mató. Por miedo a ser acusado, decidió tirarla al río cerca de su casa, para evitar pruebas.

Hoy en día cada pareja que paseo cerca del río discutiendo se oye la voz de Lucía cantando su canción favorita.

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