viernes, 7 de enero de 2011

Historia de un niño

Cuando queremos cambiar algo porque nos damos cuenta de que no está bien, que no es correcto, muchas veces mareamos ideas secundarias creyéndonos que es lo esencial para el cambio, pero no nos damos cuenta muchas veces que tal vez, gastamos el dinero, sudor y tiempo en algo que nos va a dejar en la misma situación del principio, que no nos va a llevar a nuestro objetivo, aquello que queremos cambiar para lograr lo mejor.

Pensamos muchas veces que para que exista una buena educación en una escuela, para crear buenos alumnos y futuros y grandes profesionales, pensamos y cambiamos cosas como: el entorno, mesas, sillas, pizarras bonitas etc. O incluso los contenidos, la manera de enseñar, y nos olvidamos que todo eso es algo secundario en la enseñanza.
Para crear grandes hombres y mujeres, grandes profesionales, grandes personas, nos deberíamos centrar en lugar del alrededor, el edificio, el entorno, los padres etc, en el propio niño.
En él es en quién se debería centrar toda la importancia, porque el día de mañana, las mesas, las sillas y el cumplir con el temario enseñado es algo secundario. Lo que queda realmente es el niño que luego es convertido en hombre. Si la escuela se centra en formar al niño y centrarse en él, el niño será bien educado y como bien dijo Pitágoras: “Educad a los niños y no habrá que castigar a los hombres”. Centrémonos en lo realmente importante y dejemos como secundario lo demás dentro de la escuela. Lo importante es darnos cuenta de que deberíamos dejar de cumplir con la apariencia de la escuela, con los padres, con el temario y realmente cumplir con el niño.

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